Para numerosas personas, la crisis económica ha supuesto un auténtico descalabro.No sólo se trabaja para ganarse la vida, sino también para lograr el desarrollo personal. Por este motivo, desde la vertiente humano-social, perder el empleo resulta demoledor, incluso aunque los recursos económicos estén asegurados.
¿ Por qué es tan destructivo perder un empleo ?
Cuando una persona pierde su trabajo, siente que no existe.En esta sociedad, a pesar de la crisis, sólo cuenta la productividad, el parecer o el tener. Los parados vagan por las calles, donde observan cómo los cines, los escaparates, los restaurantes, los cafés o las oficinas funcionan, sin que ellos puedan consumir ni formar parte de ese engranaje productivo que constituye el mercado de trabajo.
Somos muchos, cuando el trabajo nos empieza a agobiar, quienes nos lamentamos de los horarios, el salario,el jefe, las relaciones laborales o el estrés, entre otros factores.Pero el trabajo es una fuente muy importante de bienestar humano y social, que se constata cuando se pierde. Cuando una persona logra formar parte del mundo laboral, vive y tiene identidad social. El desempleo interrumpe ese proceso y se convierte en una sensación de derrota y fracaso.
El empleo impone una estructura del tiempo, implica experiencias compartidas y contactos con personas ajenas al núcleo familiar, vincula al individuo con metas y propósitos que rebasan el propio yo, proporciona un estatus social y clarifica la identidad personal y, por último, requiere de una actividad habitual y cotidiana. Puesto que no sólo se trabaja para ganarse la vida, sino también para el desarrollo personal, perder el empleo resulta destructivo desde la vertiente humana Los mayores de cuarentay tantos pasamos en general por varias fases ante un despido. Primero experimentamos un shock, nos sentimos sorprendidos por la noticia, desorientados y tenemos miedo. Después, creemos estar de vacaciones (no nos creemos que estamos desempleados), pensamos que es una situación temporal y, a menudo, se dedican a hacer arreglos en la vivienda, a los que les guste no es micaso, durante un tiempo. Pero llega un punto en el que tenemos la necesidad de buscar trabajo y, ante los repetidos fracasos, nos sentimos ansiosos e irritables, una fase que puede durar varios meses y que puede derivar en distintos trastornos de toda índole.
Por último, terminamos por reconocer nuestra identidad de desempleados y la vivimos como un fracaso personal y social. Tendemos a quedarnos en casa ante la televisión o dormimos más horas de lo habitual,nos volvemos cada día que pasa más insociables, todo y todos nos molestan, con una enorme sensación de vacío.
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