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viernes, 16 de septiembre de 2016

Historias y vivencias,en primera persona, de camareros III Juanita Arco

Juanita Arco
Nunca escribo nada, más allá de comentarios, pero hoy viendo el percal me apetece contar un poco mi vida. Sé que a nadie le interesa, pero es domingo y es un poco mejor que una película de A3.
Llevo, año arriba año abajo, más de 15 años currando en hostelería. Incluso tuve un negocio propio que fue un desastre. Nunca ha sido mi vocación, siempre he tenido una relación de amor/odio con ella (me da una adrenalina que, cuando no ejerzo, echo de menos aunque no lo reconozca) y no me considero una camarera profesional pese a todos esos años. Estuve mucho tiempo apartada de este mundo y luego, cuando tocó emigrar, volví a él, que me esperaba con los brazos abiertos, una bandeja y mejores condiciones.
No soy la mejor camarera del mundo ni pretendo serlo y me va más la batalla que un hotel de cinco estrellas (y lo digo porque en ambos he estado y aún estoy a veces). Seguramente la mayoría de los que estáis aquí me dais mil vueltas en conocimientos, por no decir todos, pero a veces leo cosas en el grupo que me hacen pensar que en el fondo hasta puede que sea una camarera cojonuda por defecto...
Esto no son consejos, son cosas que se me ocurren cuando os leo a veces a algunos.
-Los clientes son pesados a veces, sí. Muchas. Pero una sonrisa, aunque sea falsa, hace mucho más que una bordería (y mira que yo soy borde).
-Los clientes no tienen siempre la razón, ni mucho menos, pero en discutir se pierde más tiempo y energía que en hacerle otro café si el que les has llevado no les gusta porque tiene 0,5 ml más de café de lo imprescindible. Vuestra salud mental os lo agradecerá.
-Decir "no te pongo un vaso de agua porque no me sale del toto" lleva más tiempo que abrir el grifo y poner el agua. Probadlo, es cierto. Y en hostelería, si algo hay que economizar, es el tiempo, como bien sabréis.
-La gente a veces no pide cosas porque decidan darle el coñazo al camarero, no. Muchos no son nuestros enemigos aunque detrás de la barra en hora punta te sientas el sheriff de The Walking Dead. Toman descafeinado porque tiene problemas de tensión, o leche sin lactosa porque tienen intolerancia. O les gusta mojar las aceitunas en el Cola Cao porque lo hacīan de pequeños. Y a nosotros qué más nos da? Mientras a mí no me quiera hacer probar la aceituna untada de cacao, me da igual lo que quiera si se lo puedo dar.
-No preguntan dónde está el baño por joder aunque haya mil carteles alrededor indicándolo. Hay un efecto, mundialmente conocido, que produce que los clientes no puedan leer las señales cuando entran en un bar o restaurante. A mí también me pasa cuando voy a un sitio que no conozco y el baño está tres pisos más abajo al fondo a la derecha, y de verdad que no pregunto por molestar.
Sé que muchos no estaréis de acuerdo. Yo tampoco lo estoy conmigo misma la mayor parte del tiempo. Pero a veces creo que sacáis las pequeñas cosas muy de quicio. Hablo de las pequeñas. Otras veces sabemos que es para hacerle un monumento a cualquiera que trabaje de cara al público y que debería ser asignatura en el colegio pasar un par de meses atendiendo a otros. Pero ni tanto ni tan calvo.
Dicho esto, un abrazo con dos de azúcar y sacarina.

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